jueves, 14 de marzo de 2013

El caso de A.


Breve descripción del caso

Esta mañana, al no hacer un buen día para salir al patio las maestras han decidido ir a la sala de la luz con el fin de que los pequeños realicen música con los diversos instrumentos que hay.

Me gustaría resaltar que este espacio únicamente se utiliza como último recurso. Es una lástima, considero que la sala de la luz a partir de la luz, ordinaria o ultravioleta, ofrece a los niños y a las niñas nuevas sensaciones, mientras manipulan y experimentan con diferentes objetos materiales y, al mismo tiempo les permite observar su transformación.

 

Los niños expresaban un gran entusiasmo y se mostraban algo agitados. Uno de los pequeños, que ya de por si habitualmente muestra un comportamiento muy vital y requiere de una mayor atención estaba especialmente motivado por la nueva situación y continuamente repetía que quería tocar el tambor.

Reconstrucción completa de la situación

Llegamos a la sala de la luz y las maestra piden a los niños que se sienten en el suelo. Se les anticipa que van a hacer y se les muestra. Las maestras les dicen: ¿Sabéis qué vamos a hacer ahora? Vamos a tocar instrumentos.

Los niños, unos más que otros manifestaban entusiasmo e inquietud por coger los instrumentos y empezar a tocar. Pero en especial A. estaba agitado e insistía que él quería tocar el tambor.

A: ¿A mí me das el tambor vale?

Las maestras al principio no hacían caso a su petición, seguían mostrando los diferentes instrumentos, alzándolos para que todos los vieran y mostrando su sonido.

A: Vale pero yo quiero el tambor

M: Ay!! A. que pesadito te pones.

Ante su insistencia las maestras deciden que él no tocará el tambor y, además lo dejan el último durante el reparto de los diferentes instrumentos. ¿Es esa una buena manera de proceder? Me pregunté yo.

Reflexión

Lo cierto es que yo hubiera obrado de otra manera. Si bien es cierto que el pequeño se mostraba insistente y repetía que él quería tocar el tambor también había otros que mostraban una actitud más tímida y reservada y no parecían entusiasmarse con los diferentes instrumentos. Entonces, ¿por qué castigar al niño que muestra una actitud entusiasta y premiar al que sin embargo se muestra indiferente ante esa situación? Yo hubiera permitido que el pequeño tocara el instrumento que tanto deseaba e incluso que les mostrara a sus compañeros como lo hacía y después en todo caso le hubiera ofrecido la posibilidad de que dejara que otros compañeros también lo hicieran sonar dándole a él la oportunidad de que probara otros instrumentos.

Una vez más estos hechos me hacen replantearme el tema del castigo y la recompensa que anteriormente comentaba y las repercusiones que pueden tener en un niño. Tal vez de este hecho el niño aprenda, ¿pero cuál es la lectura que posiblemente extraerá? Que quizás es más prudente no mostrar un entusiasmo tan vital ante alguna situación y así a lo mejor se le acaba premiando con algún tipo de recompensa.

Justificación de las competencias

2.4 Me hago preguntas relacionadas con el propio proceso de aprendizaje.
4.3 Elaboro hipótesis del porqué de este hecho y reflexiono sobre posibles conclusiones a las que llego, basadas siempre en fundamentación teórica.

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